Cualquier marca tiene claro que ha de construirse una identidad gráfica que la represente, y es muy común que lo hagan de manera cuidadosa y estudiada. Sin embargo, el hecho de poseer una identidad sonora queda generalmente en un segundo plano (incluso de forma inconsciente), para la gran mayoría de las empresas.
Sin embargo, el sonido, la música, son elementos que pueden jugar un papel sumamente relevante en nuestra estrategia de marketing. Esto es así, debido al increíble poder emocional y sensorial que los sonidos y la propia música ejercen sobre nosotros. En nuestra vida diaria, aunque no nos percatemos de ello, la música puede influir sobre nosotros a muy variados niveles: psicológico, emocional, e incluso conductual, fisiológico o cognitivo. En otras palabras, la música puede llevarnos a un estado de ánimo concreto, conmovernos, motivarnos a hacer algo, inquietarnos...
Una de las cosas más agradables de estrenar coche es el olor de su tapicería. Para seducir a través del olfato a sus potenciales compradores, BMW diseñó una campaña de Marketing Directo en Canadá cuya creatividad olía a coche nuevo. Consistía en la elaboración de tarjetas de publicidad perfumadas con olor a coche nuevo que eran enviadas a los compradores.
Según una investigación de la Universidad de Rockefeller (NY, USA), recordamos el 35% de lo que olemos, frente al 5% de lo que se ve, el 2% de lo que se oye, y el 1% de lo que se toca. El olfato es el sentido que mayor poder de evocación y el que más estimula nuestros recuerdos. Es decir, que los olores pueden inducirnos a comprar.