Todas las empresas necesitan del Marketing para ser exitosas en los negocios, de ahí que esto provoque que el Marketing sea un acceso al mercado laboral.
Estás a punto de tomar una gran decisión en tu vida: has hecho bachiller, has aprobado Selectividad y ahora debes elegir qué carrera cursar. Puede que lo tengas claro o puede que dudes. Si estás dudando, este artículo es para ti.
¿Por qué estudiar Marketing?
El Marketing es una disciplina que demanda creatividad, iniciativa, análisis y una gran habilidad para trabajar en equipo.
En el grado de Marketing e investigaciones de Mercado de la UMA tendrás una formación económica fuerte, además de especializarte en el departamento de Marketing, uno de los más importantes, por no decir el que más, en la empresa.
¿Por qué?. Porque en este departamento te encargarás del cliente, de darle exactamente lo que quiere. Y tu empresa, tu negocio vive gracias a él. Si tu cliente no te compra a ti, lo hace a la competencia. Si no le das lo que quiere, no venderás, y por tanto tendrás ingresos por lo que a la larga tendrás que cerrar tu negocio.
El cliente es lo más importante, y de él se encarga el Marketing. De él serás el responsable y de ti dependerá el éxito de tu empresa.
Cualquier marca tiene claro que ha de construirse una identidad gráfica que la represente, y es muy común que lo hagan de manera cuidadosa y estudiada. Sin embargo, el hecho de poseer una identidad sonora queda generalmente en un segundo plano (incluso de forma inconsciente), para la gran mayoría de las empresas.
Sin embargo, el sonido, la música, son elementos que pueden jugar un papel sumamente relevante en nuestra estrategia de marketing. Esto es así, debido al increíble poder emocional y sensorial que los sonidos y la propia música ejercen sobre nosotros. En nuestra vida diaria, aunque no nos percatemos de ello, la música puede influir sobre nosotros a muy variados niveles: psicológico, emocional, e incluso conductual, fisiológico o cognitivo. En otras palabras, la música puede llevarnos a un estado de ánimo concreto, conmovernos, motivarnos a hacer algo, inquietarnos...
A la hora de interactuar en redes sociales, ya sea desde nuestra marca personal o desde una marca externa para la que trabajemos, es fundamental tener claro cómo lo vamos a hacer. Es decir, tener previsto algo que podríamos denominar como un “protocolo de actuación”.
En todo caso, dicho “protocolo” surge de manera casi natural una vez hayamos sentado las bases de la personalidad de la marca en cuestión, así como determinado sus valores y su territorio de marca. La prolongación de todos estos elementos y la coherencia que hay que mantener con ellos, dará como fruto el tono de la conversación que vamos a seguir en redes sociales, así como el tipo de respuestas que se corresponden mejor con la “forma de ser” de nuestra marca.
Pero claro, conocer el tono y la forma de conversar, no va a ser suficiente en todas las situaciones a las que nos enfrentemos. Cuando las menciones, comentarios y cuestiones que nuestros seguidores y fans nos lancen sean neutras o incluso positivas, va a ser bastante “sencillo” darles una respuesta y promover la interacción con ellos. Sin embargo, cuando estemos ante comentarios negativos, críticas, quejas, etc... no siempre vamos a tener tan claro qué responder o la forma adecuada de hacerlo. Así, cuando la situación se vuelve delicada, es muy recomendable tener un “Plan de Crisis” previo. Es decir, un documento dentro de nuestro Plan de Social Media, donde hayamos establecido con anterioridad los pasos que hay que seguir cuando nos surjan este tipo de cuestiones.
Podríamos decir que, dentro de un protocolo de actuación, se podrían englobar las acciones a llevar a cabo tanto en casos de menciones positivas como negativas. Si hablamos del Plan de Crisis, nos centramos principalmente en los casos negativos, llegando incluso a contemplar los más graves.
En esta completa y práctica infografía, podéis ver las distintas fases por las que puede pasar un proceso de crisis y sus diferentes desenlaces, según las acciones que se hayan llevado a cabo. (Fuente: Oscar del Santo y Carlos Quintanar).